La libertad de nombrar tus «cosas»

    En esta ocasión David Allen reflexiona sobre la importancia de nombrar nuestras cosas. Verás que «ponerles un nombre» es mucho más de lo que parece. Nombrar tus cosas hace que tengas que dotarlas de significado, lo cual favorece la acción y hace posible la organización. Verás como te sorprende.

    Trabajando con ejecutivos a lo largo de los años, he comprobado una y otra vez por qué buena parte del proceso de implementación de GTD® hace que tanta gente se sienta empoderada: cuando identificamos adecuadamente y con precisión —por lo que son y por lo que significan para nosotros— las cosas que hemos permitido que entren en nuestro mundo interior o exterior, nos sentimos curiosamente liberados de ellas. Nombrar con precisión las cosas que están en nuestro mundo nos da poder sobre ellas, mientras que dejarlas sin nombrar les permite cierto dominio sobre nuestra mente.

    Diversos pueblos primitivos tienen la creencia de que dar a alguien tu nombre le confiere cierta capacidad para ejercer influencia sobre ti. No estoy seguro de si eso tiene algo de cierto. Pero, por mi propia experiencia, cuando se nombra algo que tiene un significado potencial para mí, se conoce más; y cuando se conoce, se libera su dominio potencial sobre mí.

    Por ejemplo, si etiquetaras toda tu basura con el nombre de «Mierda», probablemente te sentirías mucho mejor. Si alguien tuviera que llamar a una ambulancia porque te has descontrolado por completo, podrían en su lugar traer simplemente una gran caja etiquetada «Todas las cosas que no sé qué son ni qué hacer con ellas». Recorrerían todo tu entorno y echarían en esa caja todo lo que encajara en esa categoría. En una hora tendrías todo totalmente organizado: si no sabías dónde estaba algo, ahora sí sabrías dónde estaba.

    Lo mejor de todo sería que el resto de tu mundo ya no tendría ninguna de esas «cosas» en él y que una brisa fresca estaría soplando a través de tu psique.

    Un buen ejemplo de todo esto es tener una carpeta en una estantería sin etiqueta ni título en el lomo. La mayoría de la gente no es consciente de la ligera presión que esa cosa sin nombre mantiene sobre su cerebro. Pero si le pones una etiqueta bien visible, notarás que estás más tranquilo cada vez que pasas por delante. Lo mismo ocurre con las cajas de almacenamiento y los cajones de archivo.

    De forma más sutil, ¿tienes algún problema que aún no hayas identificado como proyecto? ¿Tienes algo en lo que has estado pensando y que necesita ser aclarado, resuelto o investigado, y que aún no tienes en una lista de proyectos (que puedas revisar regularmente para mantener todos tus asuntos en marcha)? ¿Tienes montones de cosas en tu oficina o en tu casa que tienen compromisos sin identificar (¿es para leer?, ¿para tirar?, ¿para archivar?)? ¿Hay cosas que crees que tienes que mover pero aún no has definido qué significa física o visualmente «mover» (siguiente acción)?

    Si lo haces, entonces hay buenas noticias para ti: el interior de esas cosas contiene una energía y libertad potenciales que están disponibles para ti… ¡si las nombras! Si no lo haces es justo lo contrario. El problema es que la mayoría de la gente nunca ha llegado a un punto en el que todo esté realmente categorizado de la manera adecuada, en función de todos los tipos diferentes de compromisos con ellos mismos y su cantidad.

    No sabrás la cantidad de restricciones con las que trabajas hasta que te deshagas de ellas y veas lo diferente que te sientes.

    Nombrar cualquier cosa que estemos experimentando disminuye su control sobre nosotros. Si me siento negativo, cuando me doy cuenta de ello y lo llamo «negatividad», inmediatamente tengo más libertad para elegir qué hacer con ella o sobre ella. Cuando sólo estoy en ella, sin reconocerla, ni tomar conciencia de ella ni aceptarla como lo que es, soy más su víctima que su dueño.

    Una gran clave es nombrar las cosas con la mayor precisión posible. Si lo nombramos mal, corremos el riesgo de encerrarnos en la limitación y el estancamiento. Decir «soy una persona totalmente desorganizada» probablemente no es cierto (si lo fuera, no podrías salir de la cama). Decir «mis pensamientos y el papeleo sobre mis finanzas están desorganizados» sería seguramente mucho más preciso y te dotaría de la energía y dirección hacia la resolución de la situación.

    Categorizar debe servir para liberar, no para restringir. Muchas personas evitan categorizar porque están evitando tomar una decisión sobre algo. ¿Debo leer este artículo? ¿Lo archivo? ¿Lo tiro? ¿Se lo paso a alguien? Pero en la libertad a corto plazo de no decidir, está la auto-limitación generada por la presión de que deberían decidir. Utilizo mi archivo Tickler como una herramienta para lidiar elegantemente con esto. A menudo tengo cosas en mi bandeja de entrada que todavía no sé qué hacer con ellas (sobre todo cosas particularmente interesantes que quiero comprar). Simplemente me pregunto «¿cuándo seré más inteligente?» y me pongo un recordatorio para que aparezca de nuevo más adelante. Está perfectamente bien decidir no decidir. Sólo necesitas nombrar esas cosas como tales y aparcarlas en un sistema de «decidir-no-decidir».

    La desorganización es simplemente una discrepancia entre dónde está algo y lo que significa para ti. La libertad viene de asegurarse de que todo tiene su placa de identificación adecuada, para que pueda estar donde corresponde.

    David Allen